Translate

viernes, 8 de marzo de 2013

Huida

Se estaba haciendo de noche y  los árboles empezaban a convertirse en figuras siniestras, seguía corriendo y no oía nada más que el sonido de mis pasos y de mis propios pulmones trabajando por salvarme. No miraba mucho atrás pero no se veía nada, parecería que estaba corriendo, pero no estaba corriendo, estaba huyendo. Empezaba a cansarme y el bosque daba miedo pero podría ofrecerme una zona donde descansar, es curioso como piensa el cerebro cuando estás en peligro, la adrenalina te manipula y el propio instinto es el más certero y al que debes hacer caso. Me adentro en el bosque pero no dejo de correr, detrás de mi sigue sin haber nada, pero yo sé que si que hay. Las ramas podrían ofrecerme cobertizo pero no llegaría a subir a ellas, es demasiado rápido. Busco una madriguera tamaño humano para poder esconderme, descansar y asimilar todo lo que está pasando. Sigo corriendo cuando me rozo con una rama, no hay tiempo para mirar pero el ardor te confirma que efectivamente te has cortado. Ya no aguantas más y en tu mente te has parado pero tu cuerpo sigue corriendo, escuchas tus pensamientos y de fondo como el aire sale de tu boca expulsado rápidamente para volver a tomar un poco más.  Me refugio en una especie de diminuta cueva formada por una roca en un desnivel, tengo que estar de rodillas y me cabreo con mis propios pulmones por hacer tanto ruido cuando necesito mantener el silencio. Me miro la herida, nada grave solo un corte, escucho mi corazón como un tambor golpeado por dos martillos en la hora de la sentencia de mi juicio final. Ssshhhhh oigo algo, veo como una figura pasa fugazmente hacia mi izquierda, no me ha visto, sal sal dice mi cerebro, ¡sal! Hago caso a mi cerebro y salgo disparado hacia la derecha pero reboto contra algo y me caigo pero me levanto y salgo cagando leches hacia el otro lado, ¡oh mierda! Pedazo de cabrón, como me la ha jugado. Mi corazón se acelera,el juicio se acerca, las piernas corren solas y una vez más mi cuerpo es automático, esta vez no puedo permitirme el lujo de mirar hacia atrás, oigo como las hojas que me aparto chocan contra él, corro, salto, esquivo,aparto, uso más las manos que los pies. Huyo, el instinto me controla pero empiezo a ir motores y me oriento por el sonido, ¡una carretera! Corro hacia ella pero una mano se me posa en el hombro y doy un codazo sin apuntar pero notas el impacto, aprovecho la ventaja  para hacer un sprint pero cuando estoy llegando a la carretera algo se mete entre mis  piernas, es otra pierna, noto el asfalto  en las rodillas y manos, ruedo para ponerme de pie pero recibo un impacto, ahora entiendo que era la bocina esa que se oía de fondo.
                                                                                     Mitchell Martínez Woolhouse.

No hay comentarios:

Publicar un comentario