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domingo, 17 de marzo de 2013

Cuando consigo que el perro se siente después de saltar como un loco dando vueltas, le pongo la correa y salgo. No iba a cerrar la puerta con llave pero al final decido hacerlo, por si acaso. Giro a la izquierda dirección a la playa y justo antes de llegar a ella giro a la derecha para llegar al solar donde siempre suelto a mi perro. Lo suelto y él como  siempre corretea y olfatea mientras yo me quedo frente al viento escuchando las olas en la orilla. 
¡Danco, nos vamos! Empiezo a andar pero el perro no me sigue, -vamos Danco-, sigue sin venir,me paro, lo miro seriamente y ahí está olfateando como loco sin moverse, - vamos, has tenido suficiente tiempo- lo llamo y sigue sin venir así que me acerco yo hacia él; estaba olfateando algo, no veía que era porque era de noche y le tiro del collar pero se resiste, cojo el móvil para alumbrar al suelo y cuando lo alumbro veo unos zapatos, sigo iluminando con la luz subiendo hasta que no puedo evitar el sobre salto, una cara destrozada donde solo se veía una nariz descomunalmente inflamada y unos ojos muy abiertos que seguían mostrando mucho miedo, todo cubierto con sangre que describía un mapa de ríos sobre su cara.  -¡Oh dios, corre Danco joder!- Voy a salir corriendo cuando de repente  una mano me sujeta por el tobillo, ¡era la del hombre! - ¡Aaaahhhh!- no puedo evitar el grito, miro al hombre y veo como intenta decirme algo pero no hago caso y  me suelto de su mano y salgo corriendo - ¡Dios joder, la que me ha liado el perro!- un momento, ¿dónde está Danco? Miro atrás y sigue olfateando -¡Vamos Danco joder!- Voy corriendo para traérmelo, le cojo del collar y tiro pero no opone resistencia y lo arrastro por completo, me fijo bien y tiene el cráneo aplastado, abierto en dos, se ven los dos fragmentos y la piel hundida entre los dos- ¡Dios!¡Maldita sea!- Vuelvo a salir corriendo y oigo como algo de acero roza contra a carretera y deja ese sonido agudo como cuando golpeas una copa, miro hacia atrás y veo que él sonido era el de una pala de excavar, una pala empuñada por un hombre que ahora me perseguía. Salgo corriendo y tuerzo hacia la derecha tomando una curva muy abierta por si acaso hay algo al otro lado de la esquina, sigo y tengo la oportunidad de girar a la derecha o ala izquierda, a la izquierda un solar y puesto que me encontraba corriendo por entrar en un solar giro a la derecha luego no me queda otra más que girar a la izquierda y cuando giro veo una casa con la puerta de afuera abierta. Entro y bajo una cuesta muy pronunciada en la que me caigo y me pongo de pie rápido escondiéndome  en una especie de casucha de herramientas, mierda, me he meado al caerme, aquí estaré a salvo me digo a mi mismo intentando convencerme. Guardo silencio, respiro hondo y tomo aire, meto la mano en el bolsillo de la chaqueta pero el móvil ya no está, me lo he dejado en el solar. No me queda otra más que cruzar los dedos y guardar silencio, ¿estará bien mi madre? Maldita sea, está ella sola en casa con este hijo de perra por aquí. Oigo como se acerca y veo como sin ni siquiera dudarlo entra en la misma casa que yo.
-¡Me conozco mi casa mejor que tú pequeñín!
Pero seré gilipollas que me he metido en la casa del tio que me sigue con una pala para matarme, me muerdo los nudillos intentando mantener el silencio.
-Siento lo de tu perro amigo, no era mi objetivo pero se interpuso y tuve que acabar con él, igual que tendré que hacer contigo.
Al decir lo del perro me hierve la sangre, se me tensan todos los músculos y me muerdo tan fuerte que me hago daño. Mi respiraciones son más fuertes que las de un toro y en mi espalda podrías hacer una escultura de lo tensa que está, es el subidón, ha llegado la adrenalina.
-¿Por qué no nos lo haces fácil a los dos? 
Veo como va bajando la cuesta y viene hacia mi cuando se resbala con mi charco de orina y se le cae la pala. ¡Ahora! Salgo corriendo cojo la pala y le doy en toda la cara voy a salir corriendo cuando la furia se apodera de mi y tiro la pala, ¡que leches! Le doy un puñetazo y hago que se golpee la cabeza con el suelo haciendo tanto ruido que solo el ruido transmitía dolor, pongo una pierna a cada lado de su cuerpo y empiezo a darle a puñetazo limpio, ya no sabía lo que hacía, había perdido el control y me desahogaba con él, noto el impacto en mis nudillos y disfruto viendo como le impactan en la cara a cámara lenta, respiro fuerte grito de rabia y tenso el cuello todo para darle otro puñetazo golpeándole el pómulo y viendo como escupe un diente junto con la sangre. Me acuerdo de mi perro y sigo furioso golpeándole a diestro y siniestro, estoy cansado pero sigo y él todavía no ha tenido oportunidad de si quiera defenderse. Sigo hasta que me doy cuenta de que sus gritos habían parado hace un rato. Ahora era yo el que había matado a alguien, y habiendo dos caras machacadas y un perro con el cráneo partido y siendo yo el único vivo, no pintaba bien la cosa.

                                                                                            Mitchell Martínez Woolhouse.

viernes, 8 de marzo de 2013

Huida

Se estaba haciendo de noche y  los árboles empezaban a convertirse en figuras siniestras, seguía corriendo y no oía nada más que el sonido de mis pasos y de mis propios pulmones trabajando por salvarme. No miraba mucho atrás pero no se veía nada, parecería que estaba corriendo, pero no estaba corriendo, estaba huyendo. Empezaba a cansarme y el bosque daba miedo pero podría ofrecerme una zona donde descansar, es curioso como piensa el cerebro cuando estás en peligro, la adrenalina te manipula y el propio instinto es el más certero y al que debes hacer caso. Me adentro en el bosque pero no dejo de correr, detrás de mi sigue sin haber nada, pero yo sé que si que hay. Las ramas podrían ofrecerme cobertizo pero no llegaría a subir a ellas, es demasiado rápido. Busco una madriguera tamaño humano para poder esconderme, descansar y asimilar todo lo que está pasando. Sigo corriendo cuando me rozo con una rama, no hay tiempo para mirar pero el ardor te confirma que efectivamente te has cortado. Ya no aguantas más y en tu mente te has parado pero tu cuerpo sigue corriendo, escuchas tus pensamientos y de fondo como el aire sale de tu boca expulsado rápidamente para volver a tomar un poco más.  Me refugio en una especie de diminuta cueva formada por una roca en un desnivel, tengo que estar de rodillas y me cabreo con mis propios pulmones por hacer tanto ruido cuando necesito mantener el silencio. Me miro la herida, nada grave solo un corte, escucho mi corazón como un tambor golpeado por dos martillos en la hora de la sentencia de mi juicio final. Ssshhhhh oigo algo, veo como una figura pasa fugazmente hacia mi izquierda, no me ha visto, sal sal dice mi cerebro, ¡sal! Hago caso a mi cerebro y salgo disparado hacia la derecha pero reboto contra algo y me caigo pero me levanto y salgo cagando leches hacia el otro lado, ¡oh mierda! Pedazo de cabrón, como me la ha jugado. Mi corazón se acelera,el juicio se acerca, las piernas corren solas y una vez más mi cuerpo es automático, esta vez no puedo permitirme el lujo de mirar hacia atrás, oigo como las hojas que me aparto chocan contra él, corro, salto, esquivo,aparto, uso más las manos que los pies. Huyo, el instinto me controla pero empiezo a ir motores y me oriento por el sonido, ¡una carretera! Corro hacia ella pero una mano se me posa en el hombro y doy un codazo sin apuntar pero notas el impacto, aprovecho la ventaja  para hacer un sprint pero cuando estoy llegando a la carretera algo se mete entre mis  piernas, es otra pierna, noto el asfalto  en las rodillas y manos, ruedo para ponerme de pie pero recibo un impacto, ahora entiendo que era la bocina esa que se oía de fondo.
                                                                                     Mitchell Martínez Woolhouse.